En un alarde de ejercicio de la democracia directa, desde hace años en el programa de ayuda para la confección de la declaración del IRPF, el programa PADRE nos permite elegir a quien donar, o no, dos fracciones del 0,7% cada uno: a la iglesia católica y a ONGs.
Me gustaría pensar que es un comienzo de un proceso en el que los ciudadanos tengamos más control de cómo gastan nuestros representantes lo recaudado: esos presupuestos que, efectivamente, son de todos. Pero me temo que no hay mucho interés en seguir esta senda, falta vocación de servicio y consciencia de que se deben a sus electores.
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